Cookie Consent by Free Privacy Policy Generator Epidemias: Cólera

Epidemias

Disposal of dead bodies during the cholera epidemic of 1835

Disposal of dead bodies during the cholera
epidemic of 1835

Cólera

El cólera (Del lat. cholĕra, y este del gr. χολέρα choléra, der. de χολή cholḗ 'bilis') es un tipo de enfermedad infecciosa y epidémica aguda de origen bacteriano, endémica en muchos países, y que actualmente sigue suponiendo una amenaza mundial para la salud pública y un indicador de falta de desarrollo económico y social, calculando los investigadores, según datos de 2019, entre 1,3 millones y 4 millones de casos de cólera anuales y entre 21.000 y 143.000 defunciones por esta causa.

El cólera está causado por la ingestión de la bacteria Vibrio cholerae, normalmente presente en aguas y alimentos contaminados por aguas fecales, y que se transmite a través de estos, siendo el suministro de agua potable y las instalaciones de saneamiento fundamentales para controlar su transmisión.

Las enterotoxinas del bacilo Vibrio cholerae provocan un síndrome en los enfermos caracterizado por vómitos repetidos y diarrea intensa con heces líquidas, conocida como colerina, sin apenas causar fiebre, y con un periodo de incubación tras la ingestión de alimentos o agua contaminados de 12 horas a cinco días, que puede causar la muerte por deshidratación en menos de una semana, o incluso en cuestión de horas, si se carece de un tratamiento rápido y adecuado de rehidratación oral o intravenosa, debiéndose administrarse también antibióticos en casos muy graves.

A cholera patient experimenting with remedies

A cholera patient experimenting with remedies

La bacteria que provoca el cólera fue descubierta en el año 1883 en el curso de una epidemia en Egipto por Robert Koch (1843- 1910), médico y microbiólogo alemán considerado como uno de los fundadores de la bacteriología, y que recibiría el Premio Nobel de Medicina en 1905 por su investigación sobre la tuberculosis, cuyo bacilo había aislado e identificado en el año 1882.

Antes del descubrimiento del bacilo causante del cólera por Koch, que junto a sus colaboradores logró aislar la bacteria en cultivo puro y demostrar que el agua de consumo contaminada era la vía de transmisión del patógeno, colaborando en la implantación de sistemas de filtración del agua que permitieron controlar los brotes de cólera a partir de entonces, las curas y actividades profilácticas propuestas no tenían una base científica sólida, propia del desarrollo científico de la época, siendo frecuentes las sangrías, las lavativas emolientes y mucilaginosas, y otras prácticas de escasa eficacia.

Esta enfermedad, endémica desde tiempos antiguos en Asia y más concretamente en la zona de la India, llega a Europa por primera vez entre los años 1817 y 1823, y a partir de entonces la azotará con sucesivos brotes epidémicos a lo largo de todo el s. XIX, causando millones de muertos, de los cuales se calcula que entre 300.000 y 800.000 fallecieron en España durante los cinco grandes brotes sucesivos sufridos en los periodos de 1833-1834, 1853-1856, 1865-1866, 1885-1886 y 1890-1891.

Dado la alta mortandad y el rápido avance del cólera por Europa, que tras el dar el salto de Rusia a Polonia en 1831, había llegado a Inglaterra en octubre de ese año, y después a Francia en marzo de 1832, en España a partir de mayo de 1832, la Junta Suprema de Sanidad, cabeza de las juntas de sanidad existentes en las provincias fronterizas o costeras hasta las Capitanías Generales y organismo máximo encargado de proteger al reino contra la entrada y propagación de epidemias, adoptó y vigiló la correcta aplicación de las medidas sanitarias preventivas usadas desde el s. XVIII para contener enfermedades contagiosas, como la fiebre amarilla procedente de América. Estas medidas se enfocaban al estricto control del tránsito comercial terrestre y sobre todo marítimo, y consistían básicamente en la creación de cordones sanitarios y cuarentenas en los lazaretos, en la habilitación de hospitales y otras instalaciones, y en una ligera mejora de las condiciones higiénicas de las ciudades. Además, a partir de febrero de 1833, cuando ya existía cólera en Portugal, se crearon juntas municipales en los pueblos próximos a la frontera, que aplicaron cuarentena a los viajeros, y expurgo, ventilación y fumigación a los efectos materiales y mercancías en tránsito.


A dead victim of cholera at Sunderland in 1832

A dead victim of cholera at Sunderland in 1832

Por su parte, la medicina española dedicó sus esfuerzos a conocer la nueva enfermedad para poder establecer las medidas higiénico-sanitarias más útiles para su control y prevención. Gracias a ello, a partir de 1832-1833 se disponía de una amplia información y literatura científica sobre el cólera, con publicaciones como el Plan Curativo del Cólera Morbo, etc., similar a cualquier otro estado civilizado de entonces, cuyas recomendaciones concedían una mayor importancia a las medidas de saneamiento e higiene pública, centradas en la eliminación de los focos locales de insalubridad, el alivio de la miseria de las clases populares, la garantía de auxilio médico, la instrucción sanitaria de la población, y en último instancia, a la aplicación de medidas de cuarentena, únicas que aplicó realmente la administración.


A pesar de estas medidas de contención, desde Portugal el cólera invade España y el sur de Francia, con tres grandes focos localizados en Galicia, que comenzó en Vigo en febrero de 1833, Andalucía, con casos en Ayamonte y Huelva en agosto de ese año, y Extremadura, iniciada en Badajoz en septiembre. A partir de 1834, se extiende a Castilla gracias al movimiento de tropas durante la primera guerra carlista, viéndose afectados lugares como Madrid, Toledo, Guadalajara, Ávila, Burgos y Cuenca, abriéndose también otras vías de contagio a través del Mediterráneo, como Baleares y Tarragona.

Tras finalizar este primer brote, se constató que los cordones sanitarios marítimos y terrestres y las restricciones de tráfico no habían arrojado los resultados prácticos esperados de contención, arruinándose la industria y paralizándose las actividades económicas y comerciales. Todo esto causó gran insatisfacción social, y un encendido debate a lo largo de las restantes epidemias del s. XIX sobre la conveniencia de dichas medidas, sobre la necesidad de armonizarlas con las aplicadas en otros países, etc., debate reflejado incluso en publicaciones especializadas en el ferrocarril, como la Gaceta de los Caminos de Hierro, que da cuenta de las pérdidas económicas, de los retrasos en las obras de infraestructura, de la ineficacia de los cordones sanitarios y cuarentenas y demás cuestiones relacionadas con las medidas higiénicas de control de epidemias en muchos de sus números.


A lo largo de la primera mitad del s. XIX, se darían diversos intentos de regulación y reforma de la sanidad pública española y sus instituciones, que culminarían con la promulgación del Real Decreto Orgánico de Sanidad de 1847 y de la Ley Orgánica de Sanidad de 1855, fruto del debate intelectual y de una organización más racional de la sanidad, iniciada durante el reinado de Isabel II. Por tanto, se centralizó toda la gestión de la salud pública en la Dirección General de Sanidad y el Real Consejo de Sanidad, dependientes del Ministerio de Gobernación, desapareciendo así la Junta Suprema de Sanidad, y se acometió la reordenación de las juntas provinciales y municipales; la regulación de las cuarentenas, lazaretos y expurgos en cuanto a la sanidad marítima y terrestre; la creación de nuevas instalaciones sanitarias; la reglamentación de los partidos médicos; la organización de la función pública sanitaria; la mejora de la limpieza, salubridad y sistemas de saneamiento de las ciudades; la promulgación del reglamento de inspección de carnes; el impulso a la Beneficencia; la creación del cuerpo de sanidad militar; la fundación de la Cruz Roja Española; y la instrucción higiénico-sanitaria de la población.

El segundo brote epidémico de cólera de 1854-1856 afectó a grandes zonas del interior de la península, como Madrid, y para luchar contra él se siguieron los principios fijados por la Real Orden e Instrucciones de Sanidad de 30 de marzo de 1849, junto con las recomendaciones del Congreso Sanitario Internacional celebrado en París entre julio de 1851 y enero de 1852.


A court for King Cholera

A court for King Cholera

Serán el tercer, cuarto y quinto de los grandes brotes de cólera en los años 1865-1866, difundido desde Valencia y limitado al levante español en principio pero luego extendido a Barcelona, Andalucía, Zaragoza y Madrid, 1885-1886, uno de los más virulentos, y 1890-1891, junto con otros brotes posteriores de principios del s. XX menos significativos, los que sí afectarán al ferrocarril, nuevo medio de transporte terrestre que había tenido un gran desarrollo desde la segunda epidemia y en el que siempre había existido una gran preocupación por el tema sanitario ante la alta siniestralidad laboral y el elevado número de trabajadores de las plantillas de las compañías ferroviarias, que precisaban una adecuada atención médica dada la dispersión geográfica de las instalaciones y la peligrosidad de su trabajo.

Patients suffering from cholera in the Jura

Patients suffering from cholera in the Jura

Por tanto, los servicios sanitarios de las distintas compañías ferroviarias existentes adoptaron en sus respectivos reglamentos, con especial atención a la gestión de las diversas y sucesivas epidemias, las medidas y recomendaciones higiénico-sanitarias establecidas por el Real Consejo de Sanidad y concordadas con las Conferencias Sanitarias Internacionales de París iniciadas en 1851, que terminarían cristalizando en el Real Decreto e Instrucción General de Sanidad de 12 de enero de 1904, obra del doctor Carlos María Cortezo, que daría lugar a un verdadero entramado organizativo sanitario español que incorporaría todos los avances técnicos en materia sanitaria.

Unhygienic practices which lead to death from cholera

Unhygienic practices which lead to death from cholera

En base a las diversas instrucciones, reglas y disposiciones publicadas desde 1866 hasta principios del s. XX por el Ministerio de Gobernación para el control de cólera, las compañías ferroviarias redactaron, por tanto, sus correspondientes instrucciones, circulares, órdenes, etc. y demás reglamentación específica para vigilar y afrontar los posibles brotes de cólera y de otras enfermedades infecciosas entre sus trabajadores e infraestructura.

Podemos encontrar así, publicada en 1885, incluyendo ya los conocimientos derivados del descubrimiento del bacilo del cólera por Koch y la identificación de las aguas contaminadas como medio principal de transmisión, la Instrucción sumaria relativa a la precauciones higiénicas que deben adoptarse para la preservación del cólera-morbo-epidémico y primeros auxilios que hasta la llegada del médico se deben prestar a los que fueren invadidos del padecimiento, firmada por el Jefe del Servicio Sanitario de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España, Esteban Sánchez de Ocaña, con fecha de 13 de junio de 1885. En ella, se explica primero qué es la enfermedad del cólera-morbo-asiático, síntomas que la caracterizan y las causas que lo provocan, fundamentalmente la suciedad, la falta de ventilación, los excesos en las bebidas y comidas, la falta de limpieza en retretes, el uso de aguas contaminadas y la falta de precaución en el tratamiento y desinfección de las ropas y enseres de los coléricos. Continúa afirmando que, para garantizar un adecuado tratamiento y prevención del cólera, la única medida posible es observar estrictamente el cumplimiento de los preceptos y consejos higiénicos dados en cuanto a las habitaciones, alimentos, bebidas, ropas y vestidos, limpieza personal y primero auxilios y precauciones a adoptar con los enfermos por la epidemia. Estos preceptos apuntados se desarrollan en las siguientes páginas, con especial atención a las medidas de desinfección de espacios como habitaciones y coches de viajeros y de enseres y ropa en general, y a la sección de primeros auxilios que deben prestarse a los coléricos para evitar su empeoramiento hasta la llegada del médico, que podía tardar un tiempo considerable.

Todas estas medidas higiénicas de prevención y control del cólera adoptadas por los servicios sanitarios y el resto de departamentos de las compañías de ferrocarriles se mantienen casi sin cambios hasta la primera mitad del s. XX, como puede observarse en la Cartilla sanitaria relativa a las precauciones higiénicas que deben adoptarse para la preservación del cólera-morbo-epidémico y primeros auxilios que, hasta la llegada del médico deben prestar a los que fueren invadidos del padecimiento, publicada por la Compañía del Norte el 19 de septiembre de 1910 y prácticamente idéntica a la Instrucción sumaria relativa a la precauciones higiénicas que deben adoptarse para la preservación del cólera-morbo-epidémico y primeros auxilios que hasta la llegada del médico se deben prestar a los que fueren invadidos del padecimiento antes mencionada; o en la Circular de la Dirección nº 164 de la Compañía MZA de 30 de agosto de 1911, que recoge las reglas para el servicio sanitario de los ferrocarriles en caso de epidemia de cólera dictadas por la Real Orden del Ministerio de Gobernación de 29 de agosto de 1911.

También de la Compañía MZA, podemos encontrar, por ejemplo, para cumplimiento del personal y de sus familias las Instrucciones sobre la naturaleza del cólera morbo asiático y medio más convenientes para preservarse de esta dolencia y medicarse en sus primeros síntomas, firmadas por el Médico Jefe del Servicio Sanitario, Luis del Campo, y publicadas en 1911 con motivo de la aparición de casos en algunas localidades de su Red Catalana. El primer punto de las instrucciones se dedica a información genérica sobre el virus, su sintomatología, y el modo de introducción del mismo en el organismo de los afectados por vía de ingesta gástrica, aclarando que puede tocarse al enfermo colérico, así como limpiarlo y estar junto a él, pero con la precaución de lavarse y desinfectarse siempre las manos, así como la ropa en contacto con el enfermo y sus deyecciones, apuntando incluso en nota a pie de página que estas observaciones proceden no sólo de la teoría, sino de su propia experiencia personal durante los casos tratados en las epidemias de cólera en Barcelona de los años 1884 y 1885. Advierte a continuación de las formas principales de contagio por consumo de substancias, líquidos o alimentos contaminados por aguas infectadas, así como por contacto directo con las deposiciones y vómitos de los coléricos o simplemente por el lavado de sus ropas sin aplicar previamente las medidas de desinfección recomendadas, aludiéndose también a las moscas como otro posible agente de contagio.

La Ilustración Española y Americana. 15-7-1885

La Ilustración Española y Americana. 15-7-1885

Continúa con una serie de recomendaciones para evitar el contagio, como no beber directamente de la fuente ni tragar agua de mar en lugares próximos a cloacas, hervir los líquidos y desinfectar los recipientes, evitar las bebidas industriales, sifones y gaseosas, así como las bebidas alcohólicas, lavado de manos antes de comer o liar un cigarrillo y si se está en contacto con un enfermo emplear también una solución desinfectante, evitar alimentos indigestos como ciertas frutas y verduras, abrigar el vientre, etc. Después se tratan los cuidados y auxilios que pueden prestarse a los enfermos en ausencia del facultativo, como meterle en cama, suprimir las comidas, suministrarles tazas de caldo o sustancia de pan, alternando con infusiones de té, hinojo, manzanilla, etc. con algunas gotas de cognac, ron o agua del Carmen para favorecer la transpiración y con la administración de una medicina con base de láudano. Por último, da una serie de recetas para llevar a cabo las medidas de desinfección necesarias en las casas con enfermos de cólera, y apostilla que el servicio sanitario de la compañía proporcionará a los jefes respectivos los medicamentos de uso urgente en cuanto se soliciten, debiendo revisarse los botiquines de todas las estaciones para asegurarse de estar provistos de ellos, y que se contestarán todas las posibles dudas al respecto.

Por otro lado, obedeciendo la legislación vigente en materia de sanidad terrestre y de fronteras interior y exterior para impedir la propagación en el territorio español de enfermedades contagiosas, como la recogida en el Reglamento Orgánico de Sanidad Exterior de 1917, las compañías ferroviarias informan a sus divisiones o servicios comerciales de las medidas de higiene establecidas para las epidemias de cólera, como puede observarse en la Circular de la Compañía MZA del año 1910 sobre consejos higiénicos relativos al cólera; así como de la regulación y control del tráfico, fundamentada en la desinfección de estaciones y de viajeros y mercancías procedentes de puntos contaminados, para lo cual se crean también estaciones sanitarias de primera y segunda clase en la frontera con Portugal, como la de Badajoz, Francia, como la de Portbou y Gibraltar, en La Línea de la Concepción, dotadas de instalaciones para la desinfección de viajeros y mercancías e instalaciones sanitarias para la cuarentena; y también de las prohibiciones de importación y entrada en el territorio de diversos géneros y objetos procedentes de esos puntos contaminados, como efectos de uso personal y doméstico usados como ropas de cama, vestidos, etc.; legumbres frescas, verduras y frutos cultivados a raíz de suelo; etc., como dicta el Aviso nº 24 del Trafico del Servicio Comercial de la Compañía MZA de octubre de 1910.

Los avances médicos y científicos que se sucedieron a partir del año 1914, considerado como el año del nacimiento de la medicina moderna con base científica, y las paulatinas mejoras sociales y en la salud pública española respecto a las instalaciones de saneamiento, vivienda, acceso al sistema sanitario, etc., permitieron establecer mejores tratamientos médicos y de prevención para los casos cólera, también adoptados en el ferrocarril, disminuyendo su número hasta desaparecer, con la excepción del brote que tuvo lugar en 1971 en la ribera del Jalón y otro brote en 1975 en la comarca de Santiago de Compostela.


Proyecto de hospital de infecciosos en Port-Bou

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